Hay recuerdos que no podemos ni sabemos olvidar, memorias que nos perseguirán más allá del tiempo. Vayamos donde vayamos, adentrándonos un poco en los recovecos de nuestro ser, volveremos a encontrarlas y, como endebles chiquillos, esbozaremos una sonrisa, una especialmente feliz. E incluso sumergiéndonos con más intensidad, llegaremos al extremo de llorar de nostalgia, por el añoro de esos buenos momentos y por el anhelo de lo que sentimos días atrás.
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