-Quiéreme cuando menos me lo merezca, pues será cuando más lo necesite…
-La pequeña niña con su largo y pelirrojo cabello y su pequeño y suave peluche se adentraba en la profunda oscuridad de las largas escaleras… Cuanto más subía más curiosidad y a la vez más miedo tenía… Aquellas escaleras se le hacían eternas cada vez agarraba con más fuerza a su peluche mientras que deslizaba su suave y cálida mano por la dorada verja. Miró hacia arriba y vio que las largas escaleras de caracol nunca acababan. La huérfana niña se subió a la verja y se dejó caer hacia abajo…
Marina Álvarez
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